Una separación – Jodaeiye Nader az Simin – extraordinaria película Iraní de Asghar Fahadi, con las maravillosas actuaciones de Peyman Moaadi, Leila Hatami y Sareh Bayat; una historia que nos muestra cómo lo cotidiano, día tras día, diseña nuestra vida; algo que llamó mi atención es ver lo parecido que somos los seres humanos en nuestra forma de vivir, al observar el lugar donde vive esta pareja, me parecía que estaba viendo un departamento de la colonia del valle en la Ciudad de México. Entre Irán y México existe una distancia de 13, 143 Km.
Hace ya algún tiempo vi una película Libanesa – Caramel – donde nos cuenta la historia de amor y desamor de una mujer que trabaja en un salón de belleza; 12,380 Km es la distancia que existe entre Beirut y la Ciudad de México, mis oídos escuchaban a los actores hablar en Árabe y mis ojos veían un salón de belleza igual a los que existen en la colonia Escandón en la Ciudad de México, además de que la historia pudo haber pasado de igual forma, excepto algunos pequeños detalles, en México.
Todo lo que pensamos – segundo a segundo – todo lo que sentimos – minuto a minuto – y todo lo que hablamos y hacemos – hora tras hora – diseña cada una de nuestras vidas. Es muy frecuente que en ciertas temporadas, en ciertas edades, nos ponemos a planear nuestra vida en el sentido de qué ser, qué hacer y qué tener, y nos vamos, como Buzz Lightyear – Toy Story – al infinito y más allá. Seguramente les ha pasado que buscando un papel o algo cualquiera, en un closet o en una cajonera, se han encontrado con su plan de vida que hicieron años atrás, dejamos de buscar lo que estamos buscando, nos sentamos, empezamos a leer, la letra la reconocemos, lo que no reconocemos es al que escribió ese plan de vida, y cuando descubrimos que es nuestro propia plan de vida nos preguntamos dónde quedó la persona que escribió dicho plan y en qué momento se desvió de dicho plan; los efectos pueden ser muchos, depende de la distancia y los conceptos vertidos en el plan en relación a nuestra realidad actual; podemos destornillarnos de risa o podemos tener sentimientos encontrados llevándonos, incluso, a las lágrimas.
Por qué yo soy yo, por qué no soy otro u otra, por qué tengo que interrelacionarme – en todos sentidos – con otras personas, por qué no soy otro; a qué edad o en qué momento empiezo a diseñar mi propia vida, son preguntas que tenemos que contestarnos nosotros mismos, un día cualquiera sentémonos a escucharnos, pongámonos a escuchar todo lo que tiene que decirnos nuestra vida de nosotros mismos. Cada quien tiene su propia historia, su propia película.
El exótico hotel Marigold – The best exotic Marigold hotel – de John Madden; esta película tiene, entre otras cosas, dos elementos extraordinarios, el reparto, yo les llamaría los 7 fantásticos – el suplemento del periódico Reforma los llamó el dream team británico – todos, veteranos y excelentes actores, y el otro elemento, el guión de Ol Parker, el cual tiene la virtud de que en algunos momentos te olvidas de lo visual y te concentras en el texto, en lo que escuchas. Sería interesante conocer la experiencia del director John Madden al tener este reparto de lujo, aunado a un excelente guión, ¿es más fácil o más difícil dirigir una película?
Uno de los personajes dice – Ellos creen que la vida es un privilegio, no un derecho. Los seres humanos, especialmente los occidentales, pensamos que la vida es un derecho, que nos merecemos todo; por favor hagan el ejercicio de meter a su mente el concepto de que su vida – sean las condiciones que sean, sin importar el género, la edad, las condiciones de salud, las condiciones económicas, las condiciones emocionales, en fin, no importan las condiciones en que estén en este momento – es un privilegio, seguramente sentirán una gran sacudida en donde, en un abrir y cerrar de ojos, se ajusta el enfoque de vida como derecho al enfoque de vida como privilegio, y en automático, lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos, cambia radicalmente; ya no nos preocupa tener el control de todo y de todas las personas que están a nuestro alrededor; ya mi vida no es diseñada en relación a los demás, a la forma que los demás – sea quien sea – quieran lo que yo sea, piense, sienta, diga o haga; ya no me afecta que pienses, sientas, digas y hagas cosas diferentes en relación a mi persona.
Hace unos días, hice un ejercicio que quiero compartir con ustedes: metí a mi mente el concepto de que todo lo que pensara, sintiera, dijera o hiciera lo matizaría como un privilegio, ya fuera negativo o positivo; me explico, si alguien me agredía – en cualquier forma – sentiría que era un privilegio o que pensara algo negativo – de cualquier cosa, eso no importaba, incluso de mí mismo – lo tomaría como un privilegio; al despertar inicié con el ejercicio privilegio, todo era un privilegio, después de las primeras dos horas me sentía raro, físicamente me sentía descompuesto, como desajustado entre mi cuerpo, mente y espíritu, seguí en mi día a día, físicamente las cosas fueron empeorando, me sentí enfermo, sentí miedo al no saber qué me estaba pasando, estuve a punto de parar pero decidí seguir hasta llegar a mi cama por la noche.
Llegué al gimnasio por la tarde y al entrar al vestidor me encontré al gerente quejándose con un grupo de usuarios. Desde hace tres meses tú llegabas al vestidor, tomabas las toallas que necesitabas, el casillero que estuviera desocupado lo usabas, la chapas hoy día son de combinación, metías tu ropa, ponías la combinación en la chapa, lo cerrabas y te ibas a hacer ejercicio. En estos tres meses se han perdido una cantidad enorme de toallas y algunos casilleros están cerrados sin tener nada adentro con la idea de algunos de apartar su casillero y al llegar usar el mismo siempre, por lo que la administración regresará a pedirnos la credencial para darnos una toalla y asignarnos el número de casillero; me atrevo a decir que todos esperaban que mi reacción fuera, como algunas veces que está algo fuera de lugar, el alzar la voz para que todos los que estaban en el vestidor me escucharan y decir que éramos unos mediocres y estúpidos al hacer eso; seguramente eso hubiera sido ayer, hoy estaba en otra sintonía; con voz suficiente para que me escucharan únicamente las personas que estaban a mi alrededor, sólo dije: es una pena que desaprovechemos las oportunidad que nos da el club para ser gente decente, a mayor responsabilidad social, menor normatividad y control, a menor responsabilidad social, mayor normatividad y control; sin mortificarme busqué un casillero abierto, me cambié la ropa y tranquilamente me fui a hacer ejercicio, con un gran esfuerzo ya que me sentía muy cansado, me dolía todo y nada.
Por fin llegué a casa, me metí a la cama y según yo, me desconecté del ejercicio; pasé una noche de perros, me dio fiebre, dormí poco y muy mal, tuve pesadillas, llegó el día y me sentía como si apenas fuera a acostarme después de un día pesado.
¿Conocen la historia de la renovación de las águilas?; las águilas llegan a vivir setenta años, a los cuarenta tienen las uñas apretadas y flexibles – no pueden agarrar sus presas – el pico, largo, puntiagudo y curvo contra su pecho; plumas viejas y pesadas que hacen difícil el volar; tienen que tomar una decisión, morir o enfrentar el doloroso proceso de renovación; si deciden renovarse vuelan a lo alto de una montaña donde no tengan necesidad de volar, golpean su pico contra las rocas hasta arrancarlo, esperan el crecimiento del pico para arrancar sus uñas viejas, cuando las uñas nuevas crecen se arrancan una a una sus plumas viejas y esperan; cinco meses después de iniciar con el proceso retoman el vuelo por treinta años más.
Haciendo grandes esfuerzos, sin conseguirlo, traté de saber qué me había pasado, así que decidí dejar mis preguntas sin respuestas, descansar hasta sentirme mejor y me dediqué los siguientes días a mi cotidianidad.
Qué me pasó, moví toda mi energía interior, incluyendo, mi basura emocional, me salí de mi zona de confort, trastoqué mis límites, impuestos por mí mismo, por supuesto, y enloquecí mi vida.
Días después, en una reunión conmigo mismo, a las tres de la madrugada, en mi cama y en la oscuridad de mi cuarto, hice el recuento de los daños.
Hoy, mi cotidianidad la vivo diferente, pareciera que es más libre, más limpia, más ligera – espero no confundirlos, pero no quiero rebuscar las palabras – ¿recuerdan el punto de Kafka?, algo así, algunos nudos emocionales que tenía dentro de mí parece que desaparecieron, he hecho el ejercicio de detonar algunas secuelas de sufrimientos pasados y no los encuentro por ningún lado.
Confirmé que la única persona que manda sobre mi mente y cuerpo, soy yo; comprendí con toda claridad una frase que leí hace mucho tiempo en un libro de Deepak Chopra, estás donde tu atención te lleva, en este caso mi atención la puse en el concepto privilegio, pero podemos usar cualquier otro concepto – salud, inteligencia, amor, dinero, placer, etcétera – ¿saben por qué seguimos pensando en personas que queremos quitarlas de nuestras vidas o sufriendo por vivencias o agresiones, presentes o pasadas?, la respuesta es contundente, porque les seguimos prestando atención.
El proceso de cambio es doloroso, física y mentalmente, pero cuando llega el cambio ya no hay para atrás, hay para adelante, ¿verdad Kafka? Cuando me la creo que soy sano, ¡soy sano física y mentalmente!, cuando realmente me la creo que soy inteligente, ¡hago cosas inteligentes!, cuando me la creo que soy amoroso, ¡el amor matiza todo lo que pienso, siento, hablo y hago!, y sorpréndase, cuando me la creo que soy rico, ¡tengo la capacidad suficiente para resolver mis necesidades fundamentales!
Plan perfecto – Friends with kids – dirigida y actuada por Jennifer Westfeld, con Adam Scott y Kristen Wigg. Ya lo decía John Lennon: La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes. Por otro lado, he descubierto que la dirección de cine por las mujeres, especialmente en temas de relaciones de pareja se torna particularmente sutil, lo que como espectador te atrapa totalmente. Uno de los temas fundamentales de esta historia son los hijos como enfriadores de la pasión y del amor entre las parejas.
Conocí hace algún tiempo a una persona de lo más talentosa y proactiva en lo que hace profesionalmente; cada paso que da es planeado; una vez me platicó que había descubierto algo muy importante en su vida; siempre se preguntaba el por qué si era una buena persona, excelente profesionista, una buena planeadora de su vida, que merecía lo mejor, tenía tantos problemas para encontrar el amor.
En la primera cita sin que el otro se diera cuenta le aplicaba un test; si tenía un puesto menor que el de ella, que si su coche, en fin, un examen completísimo en el que reprobaban, prácticamente todos, en la primera y única cita. Se dio cuenta que lo que estaba buscando era un príncipe azul, un súper hombre, un hombre perfecto, un hombre que no existía, pero, lo más importante, también se dio cuenta que ella no era la princesa rosa, ni la súper mujer, ni la mujer perfecta; hoy trabaja día a día, en la relación que tiene y parece que encontró el cómo ejercer, junto con su pareja, día a día, el amor.
El amor es un no sé qué, que empieza no sé cómo y termina no sé cuándo. Cuando el amor llega – primer milagro – en el momento oportuno – segundo milagro – se vuelve un paraíso, de lo contrario, se vuelve un infierno.
Mi semana con Marilyn – My week whit Marilyn – dirigida por Simon Curtis y las actuaciones extraordinarias de Michelle Williams, Kenneth Branagh y Eddie Redmayne. Los seres humanos somos muy dados a juzgar a los demás con mucha facilidad, sólo es rascar un poquito en la vida de quien estamos juzgando y muy pronto nos damos cuenta el por qué de su comportamiento. Creo que debemos ser más comprensivos y tolerantes con las actitudes de los demás, siempre existe un por qué son así. Las fotos que lleva en sus viajes Marilyn y una pregunta que le hace a su joven enamorado sobre sus padres, nos muestra en toda su dimensión su realidad vivencial.
Como seguramente se han dado cuenta en mis textos generalmente hablo de cine, el cual considero como un buen decodificador de vida, estas cuatro películas, aunadas a la experiencia de participar por primera vez en una carrera, me dieron un buen pretexto para hablar sobre nuestras vidas y sus claroscuros.
Llegué a la meta, a mi ritmo, administrando mi condición física y apegado a mi plan de vuelo, no permitiendo que mi corazón se enloqueciera, hubo un momento en que me jaló un grupo de jóvenes y me emparejé al ritmo que llevaban hasta que escuche mi voz interior: – qué haces idiota, si quieres llegar a la meta, sigue tu plan. E inmediatamente regrese a mi ritmo; es verdad, llegué una hora después del primer lugar, cuando alguien me pregunta qué tal me fue, les contesto que rompí record, nunca nadie antes se había tardado tanto en llegar a la meta; de 7000 corredores llegué, de acuerdo a mi chip, en el lugar 6293, en mi categoría – de 60 a 64 años – llegué en el lugar 164, y en la rama varonil llegué en la posición 4698, por favor no hagan cuentas, como dice una canción mexicana…no te fijes cómo vengo, lo bueno es que ya llegué…
Escuche tantos comentarios adversos, que mi edad, que tuviera cuidado con un infarto, que era mi primera carrera, que el calor, que la presión de los demás corredores, el último estímulo que recibí fue de una joven compañera que se encontraba en el momento del disparo de salida, primero puso cara de sorpresa al verme dentro de la carrera para después gritarme en tono broma: Don Paco, a dónde vamos a recoger el cadáver…ríanse, en la bolsa de mi short llevaba el dinero suficiente – ya que me prometí a mi mismo que al menor síntoma de sentirme mal me saldría y tomaría un taxi – para regresar al gimnasio donde había dejado mi ropa, mi orgullo se hubiera herido pero como sé perfectamente que el tiempo cambia el tono de las cosas, y tengo en mi mente la frase esto también pasará – tanto lo bueno como lo malo – no me preocupaba mucho, daría vuelta a la hoja y seguiría mi camino, quedándome con la experiencia de participar, bueno, medio participar, en una carrera, sin tener que darle explicaciones a nadie, ni a mí mismo.
En este momento vino a mi mente un libro que leí hace muchos años, de Wayne W. Dyer, tus zonas erróneas, no recuerdo la editorial, que en uno de sus capítulos habla de la historia del gato que había decidido que su cola era la felicidad; más o menos la historia dice que un viejo gato miraba a un gatito correr como loco detrás de su propia cola; sin dejar de correr, exhausto, el gatito le explica al gato viejo que había decidido que su felicidad era su cola y que corría con gran esfuerzo tras ella para alcanzarla; el viejo gato comentó que él también había decidido que su cola era la felicidad, pero que se había dado cuenta, que cuando hacia lo que tenía que hacer en la vida, ella, siempre, venía detrás de él.
Me acordé también de una frase que me gusta mucho: sólo los tontos corren tras las cosas.
Cuando era muy joven, en momentos que reflexionaba y hacía mis planes integrales de vida – qué ser, qué hacer y qué tener – he de haber hecho, durante ese tiempo, unos 7 planes de vida, partiendo de ese momento y hasta mi posible muerte, que según yo, sería a los 65 años (qué corta visión tenía), ojalá que no lo haya yo decretado, hoy día, con todo lo que me falta por hacer, pretendo vivir, con excelente calidad de vida, hasta los 99 años, así sea.
Cada uno de nosotros, desde el momento de nacer, vamos diseñando, voluntaria o involuntariamente, nuestra vida, bajo tres bases, nuestra herencia genética, el medio ambiente en el que crecemos y la madera con la que nos vamos forjando a nosotros mismos; tal parece que la vida nos va poniendo opciones, algunas muy sutiles, y nosotros vamos tomando decisiones, día a día, lo cual va ajustando y diseñando nuestro ser – hacer – tener. Es verdad que un niño recién nacido y por varios años más es un ser indefenso, dependiente totalmente de la o las personas que lo cuidan, iba a decir padres, pero en la realidad no siempre es así.
Los seres humanos tenemos dos relaciones muy importantes para el desarrollo de nuestras vidas, la primera, es con uno mismo, saber que se tiene uno a uno mismo, que cuenta uno con uno mismo, que siempre va a estar uno con uno mismo, es una base sólida para los seres humanos; la otra, es la relación con la madre; si no quieres gastar vida y dinero en la sala de un sicólogo, procura llevar una relación sana, respetuosa y condescendiente con tu madre, con ello, nos ahorramos muchos sufrimientos de jóvenes y adultos.
Veamos cine, veamos historias de otros contadas por otros, tratemos de ver cine inteligente, cine que nos mueva emocionalmente, cine provocativo, cine que nos dé tips de vida.
Hagamos de nuestra vida nuestra propia película, seamos el guionista – hagámos nuestra propia historia – el productor ejecutivo – coordinemos todos nuestros recursos y los ajenos (hasta donde podamos), en base a nuestra historia -, el productor general – coordinemos y supervisemos que todo salga como lo planeamos y si es necesario, hagámos todos los ajustes necesarios, con riesgos controlados – el director de arte – que todo, sí, todo, lo que veamos en la película tenga que ver con nuestra historia, nada de elementos que no aporten a la película – y el director – contando la historia con eficiencia, exacta, limpia, inteligente, con excelente ritmo – por favor no dejemos en otros estas funciones y responsabilidades, tomémoslas nosotros mismos – trabajemos con el casting que nos dio la vida – actores y actrices – vayamos ajustando el guión día a día, démosle papeles pequeños a los que no enriquecen nuestra película y démosle papeles principales a los que la enriquecen; desaparezcamos rápidamente, de la mejor manera posible y sin violencia, aquellos personajes que son nocivos y vayamos incluyendo a nuevos personajes que aporten cosas bellas a nuestra película. Pongamos especial cuidado en la edición o montaje, para que sea coherente, inteligente, con buen ritmo; la música tendrá que ver directamente con la acción de ese momento y decirnos algo, el vestuario sobrio, de buen gusto, sin excesos, de acuerdo a la época y de acuerdo a la acción; la ambientación, escenografía y locaciones que sean de verdad, no de plástico ni de cartón. El sonido deberá ser claro, nítido, para que no se confunda una cosa por otra. Debemos tener mucho cuidado con la fotografía, recuerden que el ser humano tiene tres alimentos – los que nos metemos por la boca, la respiración y las imágenes que metemos a nuestro cerebro – encontremos la forma para que todas las imágenes de nuestra película sean de gran valor, en todos sentidos. La iluminación deberá enviarnos mensajes y apoyar totalmente a nuestra historia.
Hagamos de nuestra película – nuestra vida – una obra de arte.
Hoy la vida nos da oportunidad de filmarla, mañana, no lo sabemos.
Mi cariño y un fuerte abrazo para [email protected] Paco González
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