Primero, mil gracias por sus comentarios, son muy importantes para mí; solicito su comprensión ya que me es prácticamente imposible contestar todos, reitero mi agradecimiento y lo que sí estoy haciendo es tomarme un tiempo los fines de semana para leerlos porque lo que tengo claro es que voy a leerlos todos.
Ayer fui al cine y vi una película maravillosa, por favor no dejen de verla, El artista – The artist – con las excelentes actuaciones de Jean Dujardin, Berenice Bejo, y la magistral dirección de Michel Hazanavicius; toda ella es una belleza, es una historia de amor de película en donde el nudo dramático es la llegada de la tecnología y lo primero que hacemos es negarla, descalificarla, con el fin de defender nuestra zona de confort; puedo decirles que el final es ¡un final de película!, por favor disfrútenla.
Este último capítulo tiene que ver, en parte, con la película y con la frase de Kafka sobre cierto punto que debemos de alcanzar para iniciar una nueva etapa y no regresar a la anterior. Aprovecho para comentarles que estoy pensando hacer algunos ajustes a los capítulos anteriores ya que al releerlos siento que tienen algo de paja que deberé quitar para hacerlos más claros y útiles para ustedes.
Creo que debemos de empezar a pensar en términos de calidad de vida en relación de lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos.
Hace algún tiempo, leía en el periódico Reforma, un artículo de Ulises Díaz, en relación a cuando la OCDE – Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico – nos habla de calidad de vida en las economías mundiales, puntualiza los conceptos a medir para definir el nivel de calidad de vida de cada uno de los países.
Las condiciones laborales, la satisfacción de vida, el medio ambiente, gobierno, comunidad, salud, vivienda, balance empleo – vida personal, ingreso, educación y seguridad, entre otras, son las variables a medir.
Las condiciones laborales son fundamentales para esta calidad de vida, gastamos mucho tiempo y energía en transportarnos a nuestros centros de trabajo, en donde permanecemos, muchas veces, más de ocho horas, en donde nos alimentamos y en donde convivimos con muchas otras personas; en ocasiones las condiciones de infraestructura y de tecnología de las organizaciones no son las más adecuadas y el trato a las personas tampoco es el más adecuado.
El tren de vida que llevamos es una agresión, en menor o mayor grado, a nuestra salud física y mental, basta observar por la tarde y noche, las enormes cantidades de personas transportándose en los servicios públicos, sobre todo, en los países en donde el servicio público es deficiente, y en donde podemos ver el fastidio en los rostros, es más, observen los rostros de los automovilistas en las horas pico y se darán cuenta de lo que hablo.
Tal parece que lo único que tenemos los seres humanos es tiempo, y este, en ocasiones, lo desperdiciamos, gastándolo, en cosas sin sentido, inútiles, a todas vistas, o que finalmente, no nos dejan gran cosa y sí, nos quitan, mucho tiempo y energía.
Con la tecnología de hoy día, tan amigable, en todos sentidos, me pregunto si es necesario que todos los que integramos una organización debamos estar físicamente en el centro de trabajo, me pregunto si ocho horas son las horas adecuadas para dedicarlas a trabajar.
Hace algún tiempo también leía en el periódico que cada uno de nosotros, como elementos centrales para ser felices, deberíamos tener un balance en el uso de nuestro tiempo, en donde cada 24 horas, deberíamos tener el tiempo suficiente para dormir, aprender, trabajar, socializar y una hora de ejercicio físico. Yo agregaría una media hora para estar únicamente con nosotros mismos.
Estoy convencido que las organizaciones de hoy día, de bienes o servicios, grandes, medianas o pequeñas, deben enfocarse holísticamente a tres conceptos: el cuidado de las personas – las de dentro de la organización y las de fuera – la calidad de los bienes o servicios que originan y el cuidado del medio ambiente.
Hoy, existen modelos de calidad, como la ISO 26000 de Responsabilidad Social, siendo lo fundamental que la organización se responsabilice de todas las decisiones que tome, las cuales afectan, positiva o negativamente, a las personas, bienes que producen, servicios que ofrecen y al medio ambiente, con 7 conceptos fundamentales y con un enfoque holístico: la gestión de la organización, los derechos humanos, las prácticas laborales, el medio ambiente, las prácticas justas de operación, los asuntos de los consumidores y la participación activa y desarrollo de la comunidad.
Ya en el texto de el tono y un espectáculo de clase mundial, del 2 de diciembre pasado, hablábamos de los principios de las organizaciones que son un referente de éxito, por cierto, es uno de los textos más leídos y que más han gustado, mi agradecimiento por ello.
Este capítulo ha detonado conceptos que deberemos tratar en textos próximos, hasta luego y por mientras, por favor, traten de ser lo más felices que puedan. Gracias. Paco González
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