Un día.

Paco González

Paco González

Un día, a un gran emperador de lejanas tierras, le regalaron dos hermosas águilas, las cuales llevaron a una gran rama de un gran árbol – recuerden que era un gran emperador, por eso todo era grande, bueno, no sé si todo, pero en apariencia todo era grande – al instante una de las águilas inicio su vuelo maravilloso por el cielo, que por cierto, también era propiedad del gran emperador. La otra, permaneció en su rama ese día, el siguiente, toda la semana, todo el mes. Pasaron seis meses y el águila seguía en su rama.

El emperador muy preocupado ordenó traer a los mejores especialistas, de cualquier parte del mundo, a los mejores, no importaba el costo, por dinero no íbamos a parar; pasaron otros tres meses y el águila seguía en su rama, sólo observaba con extrañeza todas las maniobras de los sabios; le cantaban, le rezaban, hacían como que volaban, le tocaban música barroca, por aquello de que la música barroca llega directo al cerebro, cantos gregorianos, en fin, hacían lo imaginable y lo inimaginable.

Una tarde se presentó ante el gran emperador un humilde campesino de la región.

– Mi amo y señor emperador, yo puedo ayudar, yo puedo hacer que su águila vuele.
– ¿Tú?, ¿tienes alguna licenciatura, alguna maestría, algún doctorado?, por lo menos en ala derecha o pata izquierda.
– No, pero yo puedo hacer que su águila vuele, págueme el 10% de lo que lleva gastado con sus maravillosos sabios y en menos de una hora su águila estará volando.
– Primero haz que vuele y luego te pago lo que pides.

Antes de una hora el águila estaba volando ante el asombro de propios y extraños.

– Mi amo y señor emperador, vengo por mi dinero.
– Bien, pero antes, dime qué hiciste para que el águila volara.
– Le corté la rama.

Este cuento me lo contó mi querida amiga Tere Costa a la hora de la comida, el cual escuchó por la mañana en una estación de radio. Yo, como es mi costumbre, le agregué algunas cosas por lo que ofrezco disculpas a la persona que pertenece dicho cuento.

¿Cuántos de nosotros seguimos en la misma rama?, ¿cuántos de nosotros seguimos en la misma rama aunque no las corten?, allá en el piso y aferrados a nuestra rama.

Antes decía que con sólo decidir podíamos cambiar nuestra situación de vida, cualquiera que esta fuere, en cualquier situación de edad, género, económica, cultural, en fin, sólo era decidir.

No es verdad, cada uno de nosotros tiene una carga de vida diferente y una capacidad diferente para enfrentarla. Para unos será fácil para otros será un verdadero infierno antes de llegar al cambio, pero no hay otra opción, tendremos que trabajar en ello para lograrlo, día a día, hasta que un día cualquiera nos damos cuenta que ya hicimos el cambio.

Debemos tener cuidado de estarnos vigilando a nosotros mismos todo el tiempo, de no distraernos, de no auto sabotearnos – de lo cual somos especialistas – de no ser nuestros propios enemigos – en esto estamos doctorados – y de luchar inteligentemente hasta lograr el cambio que queremos.

No es fácil, es verdad, lo importante en medir lo más puntual posible el peso de nuestra carga y conocer nuestros talentos para enfrentarla, ¿talentos?, ¿sabemos en qué somos eficaces?, ¿sabemos en qué somos eficientes?, ¿sabemos que sabemos hacer mejor y más fácilmente que otras personas?, ¿no?, pues empecemos por esto, por saber quiénes somos, de qué estamos hechos, qué podemos hacer por nuestras vidas, reflexionemos, tengamos más reuniones con nosotros mismos, hagamos minutas de esas reuniones, hagamos planes de trabajo en base de esas reuniones, ajustemos todo lo que tengamos que ajustar durante el proceso de cambio, nadie más entra a nuestras reuniones, sólo nosotros mismos con nosotros mismos, nadie más. Cuidado con los distractores, a veces andamos por la vida como verdaderos locos buscando en qué o con quién distraernos lo cual nos lleva a una mayor locura, por favor tengamos cuidado de ello.

Un fuerte y cariñoso abrazo para todos. Paco González

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Un fuerte y cariñoso abrazo. Paco González

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